El órgano en mi pecho tiene sus cicatrices.
Unas de puñaladas, otras de suturas.
Una de una bala
y tres de uñas.
Quisiera pensar que me ven como remedio
pero mucha veces he sido el puñal,
he sido la hojilla que corta de extremo a extremo
y deja desangrando.
Y tiene que venir alguien a solucionarlo.
Todos hablan de personas que hieren y dañan
pero poco se habla de las personas que reparan y sanan.
Como crema todas las noches antes de dormir,
que con el tiempo alisan las cicatrices.
Las hacen suave al tacto,
como si nunca hubiesen estado.
A ella la tengo a mi lado,
el alivio tan deseado.
Vino con la calma de los años,
con experiencias pasadas,
manos expertas en curar
y palabras que calientan mi alma.