Te llevo colgado de mi cuello, como un peso que me recuerda
lo que no tengo.
No conoces miedo ni rencor. Sólo hablas del amor.
Hijo de Venus y Marte,
llevando guerra y seducción en su sangre.
De grandes ojos inocentes y crueles, de un color azul o tal
vez verdes.
Sin piedad nos castigas, con eso del enamoramiento.
Sin culpa tú sigues tu camino, dejándonos con el amor como
acompañamiento.
Un vino nos tomamos y tratamos de llegar a un acuerdo.
Tú me consigues a mi alma gemela y yo te llevo en mi cuello
como recuerdo.
Una o dos copas más y sigues sin estar del todo de acuerdo.
Te prometo recordarte como aquel pequeño que me sacó de este
sufrimiento.
Cupido, mi querido compañero, todavía sin cerrar este acuerdo te escribo esta
carta para dejar todo listo, todo hecho.
Y sin prisa me despido de ti, después de todo lo que has
hecho.
Has unido corazones, separado a unos cuantos,
y yo espero por ese flechazo, ese encanto.
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