Con mis codos y mis rodillas
me arrastré y salí de ese infierno
que una vez me consumía.
Me volví a reconstruir,
con mis uñas cambié de piel
y juré nunca volver a caer.
Pero no es fácil vivir con el enemigo,
aquél que te sonríe cada día,
te promete lo mejor de esta vida.
Te recuerda que lo merecías,
las sonrisas, las lágrimas, las heridas.
Y sólo puedo callarlo mientras me quedo dormida.
Y vaya sorpresa que me llevé
que cuando vi a mi peor enemigo de pie,
el espejo
lo
quise
romper.
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