por un ruido en el salón.
verdades y nunca enmudeció.
con el lobo feroz.
y al otro día me besó.
prometiéndome solo amor.
que todas formaban parte de este cuento de terror.
Debes tener cuidado de llamar la atención de un escritor. Ellos absorberán tu belleza, la plasmarán y su musa serás. Nunca, pero nunca, morirás. No digas que no te lo advertí.
Hablé con tu fantasma,
me contó de ti.
Me dijo que ahora estás en tranquilidad,
que nunca necesitarás de mí.
Me contó que te dejó,
que no podía con tu dolor.
Que estuviste pensando mucho
y que siempre vivías en apuros.
Me dijo que sigues soñando,
muy poco y de vez en cuando,
en viajar conmigo en tu memoria encerrada en algún cuarto.
Mis uñas dejaron marcas en tu ser.
Con ánimo me voy sin nada que ofrecer.
Mirarte esparce un veneno
que ni el tocarte me trae consuelo.
La fuente se queda sin agua,
y ya no recuerdo esa carcajada.
Tranquila me paseo en el Olvido.
Tomando este café, amargo y frío.
La locura me saluda,
las estrellas me traen dudas.
¿Fue todo esto un sueño o
de verdad ya no existe la luna?
Con paso firme llegas al lugar,
con miradas pintadas,
con sonrisas para regalar,
y un ánimo muy difícil de derribar.
Con palabras que traen humor,
que generan emociones,
que dibujan, que escriben
y ofrecen un poco de color.
Le molesta la seriedad y
se esconde bajo el miedo.
Un miedo muy fácil de encontrar;
no tiene cura, no tiene final.
Mi cariño le intento demostrar
y muchas veces fallo al comenzar,
pero estoy segura
que sabe lo que es estar triste en este lugar.
En busca de una estrella me quedé en tus lunares.
Buscando mi norte conseguí tu espalda.
Y te veía poco a poco con esa extraña mirada.
Mirando el horizonte me quedé sin ti.
Cantando lentamente el do-re-mi-fa-so-la-si.
Queriendo el universo me quedé sin constelaciones.
y mi cintura bailaba al ritmo de tus canciones.
Conozco la costura de esa camisa,
esa que me gusta cómo te queda.
Repartes besos por cada esquina de mi cuerpo y tus dedos se enfrascan en mi cabello.
Recuerdo la comisura de tu boca,
y que sonreías poco a poco,
que me deleitabas a cada rato,
que me gustabas más en cada paso.
Recuerdo el frío que me invadía, que me alejaba de ti,
que se adueñaba de mí, que hacía estragos.
Recuerdo que mis pies no tocaban tierra,
y que tus manos creaban melodías, tan bellas, tan frescas.
Y aunque la soledad me regala mucho,
nada es como lo que me das, nunca nada lo será jamás.
Pido de desayuno tu sonrisa,
de almuerzo me apetece un abrazo
y de cena sólo pido tus besos, que me llenan,
que me queman.
Yo duermo para soñarte. Y me gusta dormir porque no siento dolor al verte.
Porque es como morir y revivir mil veces. Me gusta dormir porque allí, en mis sueños, te veo feliz. Y descanso de este peso que me hunde, que me ahoga.
Y dormiría para perderme de esta realidad que me destroza. Y dormiría para verte sonreír, cantar y puede que bailemos al ritmo de mis recuerdos.
Dormir y no despertar. Quedarme en un límite difícil de alcanzar, y allí contigo estar.
Dormida te busco y conmigo no estás. Y te pido que me tengas en tus brazos una vez más. Busco tus manos para no hundirme en este mar de dolor e ira contenida, y de pronto la noche me lleva hasta ti.
Pero de un salto despierto y sin ti me quedo.